domingo, 2 de marzo de 2014

Cultura de la trampa es muy fuerte entre los universitarios

Estudio realizado en cinco universidades del país revela la tolerancia estudiantil hacia el fraude.

Una desconfianza mayor que la del resto de los colombianos, poca tolerancia hacia algunos grupos poblacionales y opiniones inquietantes sobre temas como el porte de armas, la violencia y la trampa. Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden de una encuesta realizada por el centro de pensamiento Corpovisionarios –ligado al exalcalde Antanas Mockus– entre universitarios de Bogotá, Medellín y Cartagena.

Para la investigación fueron entrevistados 2.749 estudiantes de las universidades Nacional, Los Andes, Pedagógica Nacional, Tecnológica de Bolívar y Eafit de Medellín, interesadas en mejorar sus procesos en materia de formación ciudadana.

El estudio reveló datos preocupantes sobre la percepción que tienen los universitarios acerca del fraude. Ocho de cada diez encuestados piensan que más de la mitad de sus compañeros lo han cometido y seis de cada diez, que más de la mitad han mandado a hacer tareas o trabajos a terceros.

La mayoría considera poco o nada grave copiar o descargar un libro completo de Internet (el 85 por ciento) o firmar la lista de asistencia por un compañero (53 por ciento). Así mismo, a uno de cada tres no le tiembla la mano a la hora de utilizar una idea, un párrafo o una frase ajena sin citar, mientras que cuatro de cada diez no ven inconveniente en copiarse en un examen. Cuando se les preguntó cuál era la justificación para hacer copia, la mitad argumentó que la universidad promueve más la nota que el aprendizaje; tres de cada diez, que no habían estudiado; otro tanto, que no estaban de acuerdo con el profesor, y dos de cada diez, que el resto también la hacía.

No obstante, el 59 por ciento opinó que quien “sabe tomar atajos” para obtener lo que quiere es tramposo y el 22, que es oportunista, mientras que el 17 por ciento dijo que es ingenioso y el 1 por ciento, exitoso.

Soborno y evasión

La mitad de los jóvenes entrevistados cree que todos hemos sobornado a un policía por lo menos una vez en la vida. Para cuatro de cada diez, evadir impuestos es un delito menor –en comparación con los demás problemas del país– y para tres de cada diez, la mayoría de personas exitosas han sido corruptas en algún momento.

Una parte importante de la población encuestada considera poco o nada grave aparentar una enfermedad para evadir responsabilidades (50 por ciento), colarse en el transporte público sin pagar (49), quedarse con las vueltas cuando le dan de más (48) y evadir impuestos comprando en el mercado negro.

Otra de las conclusiones que preocupan es que, aunque los universitarios parecen más tolerantes que el promedio nacional frente a grupos poblacionales como los homosexuales, lo son menos frente a desplazados y desmovilizados. “Esto puede ser crítico de cara a una eventual firma de la paz y en el posconflicto, cuando se supone que debemos estar preparados para los cambios”, explican los investigadores.

La encuesta refleja también un alto grado de desconfianza, mayor que el promedio nacional. Mientras que el 40 por ciento del país afirma que se puede confiar en los demás (según un estudio nacional realizado previamente por Corpovisionarios), solo el 31 por ciento de los universitarios piensa lo mismo. La situación empeora cuando se les pregunta si confían en la Iglesia: 27 por ciento, frente al 57 de media nacional.

En cuanto a las instituciones de seguridad, se fían más del Ejército que de la Policía, y respecto a los medios de comunicación, desconfían menos de la radio que de la prensa y la televisión.

Tampoco están contentos con las instituciones políticas (Gobierno, alcaldías, gobernaciones, Congreso, políticos y funcionarios públicos). En la mayoría de los casos, su desconfianza es casi el doble que la del promedio nacional, “que ya de por sí es baja”, explicaron los responsables del estudio.

Los jóvenes piensan además que la corrupción no solo atraviesa al Estado, sino a toda la sociedad: ocho de cada diez consideran que más de la mitad de los funcionarios públicos son corruptos y cinco de cada diez, que más de la mitad de los ciudadanos también lo son.

Finalmente, la incertidumbre propia de la juventud se reflejó en la falta de una tendencia clara a la hora de responder sobre el futuro del país: el 36 por ciento dijo que va a ser mejor que el presente; el 39, que todo va a seguir igual, y el 25 por ciento, que va a ser peor.

Justificación de la violencia

Un dato que preocupa a los investigadores del estudio es el porcentaje de estudiantes que admite estar de acuerdo con portar un arma para defenderse, pues dobla al promedio nacional, que es de 15 por ciento.

También alertó el hecho de que 5 de cada 10 encuestados aprueben que un ladrón sea linchado por otras personas si este es atrapado en medio de un acto delictivo. En cuanto a la violencia intrafamiliar, 5 de cada 100 estudiantes afirmaron que cuando un esposo golpea a su pareja lo hace porque seguramente esta le dio motivos, y 3 de cada 10 creen que hay que golpear de vez en cuando a los hijos para que aprendan a obedecer. Vale la pena aclarar que en este último ítem los resultados son muy similares a los del promedio nacional. “Lo que podemos deducir es que no hay un avance o relevo generacional frente a estas prácticas machistas”, explica el estudio.

‘Todavía seguimos con la cultura del atajo’

Henry Murrain, de Corpovisionarios

¿Por qué escogieron estas universidades?

Mostraron un mayor interés en mejorar sus procesos de formación para la ciudadanía. Esperamos que muchas más nos abran sus puertas para continuar con este estudio.

¿Qué lo sorprendió?

La alta tolerancia al plagio.

¿Qué está fallando?

Todos estos años se pensó la educación solo en materia de formación para el trabajo y nunca en una que forme para la ciudadanía.

¿Es grave la intolerancia hacia poblaciones como la desmovilizada?

En medio de un proceso de paz se debería formar y preparar a la sociedad para un cambio de pensamiento.

¿Es una alerta para los rectores del país?

Sí, sobre todo en la ‘cultura del atajo’. Todas las instituciones del país deberían estar preocupadas por esta situación.

¿Seguirán con este estudio?

Sí, en la medida en que más universidades nos abran sus puertas. Queremos discutir con las directivas cuál es la mejor manera de mostrar nuestros resultados y que estos generen cambios en el futuro.

REDACCIÓN BOGOTÁ

 

 

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