miércoles, 1 de enero de 2014

Qué Universidad se quiere

Más allá del último informe de evaluación que por mandato legal y constitucional hiciera el Ceaaces interesa definir hacia dónde se camina y qué universidad se quiere. Mucho se habla del rumbo a la excelencia pero debe ser demostrado en la práctica y en los hechos, aunque esto llevará varios años.

 

Cuando en el mundo se camina en forma dinámica hacia la calidad, quedan grandes desafíos por cumplir en ese campo. Si bien son necesarios los títulos, los PhD y el cuarto nivel, no constituyen una garantía plena para la formación primero de seres humanos, con una filosofía humanista, cultural y científica, que entiendan la problemática del mundo contemporáneo, se adapten a realidades diversas, con una formación democrática, de respeto a las instituciones y con principios éticos.

 

La formación de profesionales con sólidos conocimientos pero con pensamiento crítico, sin miedo a expresar sus tesis e ideas, con el ejercicio de libertad académica, lo que no significa anclarse en el pasado y quedarse al margen de la dinámica actual.

 

Uno de los grandes desafíos representa la rigurosidad de las instituciones en el planteamiento y desarrollo de sus planes de estudio, apegados a las grandes tendencias y a las grandes demandas de sociedades en desarrollo. Uno de ellos la investigación, sin la cual no habrá sustanciales avances. El investigador inglés Lord Kelvin, Premio Nobel de Física, decía lo que no se mide no existe.

 

La Universidad como centro del pensamiento no puede sustraerse de los grandes debates nacionales, que pueden ser hoy la explotación petrolera en una parte del Yasuní o el cambio de la matriz productiva. Cuál es el aporte al análisis de la construcción de la institucionalidad democrática. Dialogar, debatir y rectificar, cuando sea necesario, resultan necesidades ineludibles.

 

Si bien han existido grandes deficiencias en el sistema de educación superior, no implica que todo haya sido malo porque las generalizaciones son malas. Tampoco es correcto pretender una universidad controlada, sumisa y disciplinada, con una cultura de obediencia y sometimiento. Una cosa es la regulación y la rendición de cuentas que deben dar y otra cosa tratar de uniformar con un pensamiento único.

 

En qué quedaría el espíritu de la Constitución vigente (art. 27) que establece que la educación se centrará en el ser humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del respeto a los derechos humanos, al medio ambiente sustentable y a la democracia; será participativa, obligatoria, intercultural, democrática, incluyente y diversas, de calidad y calidez; que impulsará la equidad de género, la justicia, la solidaridad y la paz; que estimulará el sentido crítico, el arte y la cultura física, la iniciativa individual y comunitaria y el desarrollo de competencias y capacidades para crear y trabajar.

Miguel Rivadeneira.

Fuente

 

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